Hay sólo una cosa que no me gusta un pelo de todo lo que está aconteciendo este verano, y es el papel de muchimillonarios que hemos asumido sin rechistar y aplaudiendo con las orejas. Me incluyo entre los que lo hacen, sin duda, no sea que alguien me tersiverge.
Me refiero al hecho de que estamos tan embobados viendo cómo desfilan supercracks por delante de nuestras narices (también clase media como Albiol) que hemos perdido la referencia, el Norte. Porque si situamos al Madrid del segundo florentinato en el marco en el que se está moviendo, el de la transferencia de jugadores durante este verano 2009, somos el primo al que le ha tocado la lotería (...)
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