
Tras la derrota contra el
Barça de anoche, conviene hacer una reflexión acerca de la moda que han impuesto algunos de los gurús futbolísticos acerca del que el
Madrid debe buscar un estilo, como si tener 9
Copas de Europa y 31
Ligas en las vitrinas no fuera demostración de estilo suficiente: el estilo del ganador, el único que vale. Por mucho que determinados gurús se empeñen, el madridista quiere ganar siempre, y el fin justifica los medios en todo momento. Ni tiki-taka ni gaitas, 1-0, otra
Copa de Europa y p'a casa.
El fútbol nunca ha sido estilo, jamás. El fútbol es rivalidad, pasión, sentimiento y coraje, no estilo. Y el estilo del madridismo es defender el escudo hasta la extenuación sin poner excusas, porque no las hay. Por eso ex futbolistas como
Quincoces,
Zamora,
Zárraga,
Camacho, Di Stéfano,
Stielike,
Juanito,
Benito o
Ciriaco son santo y seña de este club. Por dejarse la vida defendiendo la camiseta blanca, cada uno con sus capacidades.
Defender al
Madrid es sudar la camiseta, acabar con ella embarrada, es acabar los partidos exhausto y acalambrado... Las bajas no son excusa. Los árbitros no son excusa. El rival no es excusa. La climatología no es excusa. El entrenador no es excusa. Y eso es lo que hasta hace unos años reclamaba el público del
Bernabéu.
Hasta que llegó
Florentino y trató de cambiar la tendencia. Comenzó a hablar de excelencia e instauró una política deportiva diametralmente distinta a lo visto hasta el momento. Antes, cuando un jugador se manifestaba como madridista acababa en este club, su implicación estaba asegurada. Desde
Floren todo cambió: llegó un jugador como
Figo que sólo pasará a la historia del
Madrid por lo que supuso en unas elecciones, nunca por su juego. Llegaron medianías como un
Ronaldo cojo, un
Beckham que será muy guapo pero que no aportó nada más que glamour... Sí,
Zidane fue un futbolista técnicamente maraviloso, nada que objetar. Pero adiós al sentimiento, bienvenido el mercantilismo.
Y así nos va, porque el actual presidente es igual de torpedo que su antecesor, pero además con muchísimas más limitaciones, éticas y de imagen sobre todo. Fichan los directores de los periódicos, se descarta a madridistas declarados por cuestiones de comisiones, se hace el paripé con los que sí han llegado a estar a tiro... El estilo errático se da en los despachos, sin una idea de lo que es el madridismo, sólo quieren ser presidente para vender cerdos en
Rumanía.
Por eso me río del "estilo", de esas absurdas pretensiones de que sea el club el que le ponga los fichajes al entrenador asegurando que si ficha el míster y éste dura tres meses el equipo acusaría estar confeccionado por otro. ¿Y si largamos al presidente? Porque esto no es una
SAD, sino un club, y hay mociones de censura contra la directiva... Ligero error de cálculo. El club debe fichar sentimiento, pasión, hambre de triunfo, coraje. Y desde el primer día volcarse en que los jugadores sepan que la casa donde están es especial, la más especial del mundo.
Mucho criticar a
Schuster porque no hablaba con los jugadores, pero ni una línea de que los futbolistas desprecian a
Calderón hasta límites insospechados y que entre la plantilla le llaman "el hooligan". No, de eso no. ¿No sería mejor que el tal
Javier Lozano, un milonario asalariado del club, en vez de marcharse veinte días a
Brasil a ver el
Mundial de Fútbol-Sala con todos los gastos pagados mientras la era Schuster agonizaba, se encargase de llevar a los nuevos futbolistas a ver la sala de trofeos, a enseñarle lo que es este club, le llevase a la
Asociación de Veteranos a conocer a pentacampeones de
Europa que ahora toman café allí todos los días sobreviviendo como pueden, a la tumba de
Bernabéu, a un cara a cara con
Di Stéfano y
Gento (por decir dos) y tantas otras cosas?
No, no. El jugador que llega se va a
Hugo Boss a hacerse el traje oficial, a
Audi a elegir el modelito que llevará a los entrenamientos, a
La Moraleja a elegir entre varios
chaleres... Y no tienen ni idea de dónde están y lo que exige la afición. Y así nos va. Ése es el estilo que hay que seguir. Ése y no otro. En el césped da igual el 4-3-3 que el 5-3-2 o el 6-3-1. Lo que hay que hacer es dejarse la piel y defender el escudo hasta el límite. Ése es el
Madrid que yo quiero.
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