
Anoche, por aquello de la parada programada de la página, me fui al fútbol como de verdad se ve: en mi abono, fondo sur, primer anfiteatro. Pero me llevé un chasco. Ayer, además de Santa Emilia (¡felicidades, abuela!) debía ser San Sobrino y Santa Novia de la Cruz, porque en mi sector del campo no había ni uno, y digo bien, ni uno, de los abonados habituales. En su lugar, hordas de niños pequeños, con una nutridísima representación femenina, y mil parejas de novios.
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