viernes, 6 de febrero de 2009

El Greco enciende la mecha


"Gallardón se quiere llevar de aquí el Bernabéu", títula hoy el Marca en un alarde de egocentrismo faraónico de El Greco, sobrenombre de su director. Ya ni las informaciones son portada de un medio, sino los editoriales. Otra cosa no, pero el hombre que se cree que se cargó a Calderón está subidito.

El editorial, un chauchau sin chicha ni limoná, no es más que un peldaño más en la escalada antigallardoniana de dos pesos pesados del periodismo español, y cuyos nombres prefiero obviar: quien lo sepa es que no vive en este país. Marca, de la mano de su director, sólo se ha puesto al servicio de los intereses que pretende el gurú mediático de Unidad Editorial, quien hace tiempo que está desnortado e igual le atiza a un lado que al otro: cuando el bolsillo se vacía y hay que sacar a relucir una nueva estrategia, los palos de ciego resultan atroces.

Más allá de que me caiga bien o mal Gallardón, porque eso no viene a cuento y no creo que le interese a nadie, el alarmismo de Marca es tan burdo, dispuesto sólo a menoscabar al Alcalde Madrid, que le da igual utilizar para ello al Real Madrid. El Madrid, haciendo memoria rápida, ha jugado desde su fundación en cinco estadios: el de la confluencia de Alcalá con Goya (donde está el Palacio de Deportes, más o menos), en O'Donnell, en la Ciudad Lineal, el antiguo Chamartín y el actual, el Nuevo Chamartín, ahora conocido como Santiago Bernabéu e inaugurado en 1947.


En todos los casos, en todos sin excepción, el nuevo estadio se construyó en el extrarradio de la ciudad. Cuando se inauguró el Bernabéu, un ex compañero y amigo que estuvo presente en el partido del estreno (en 1947, sí) me contó, no hace mucho, que el tranvía te dejaba a la altura de lo que hoy es Príncipe de Vergara esquina Concha Espina, y que para bajar al estadio había que atravesar lo que viene a ser el campo. No había pues servicio público de transportes hasta su puerta, no hace falta más que ver la foto superior para darse cuenta de que no había ni Castellana ni gaitas por ahí.

Hoy, Marca quiere poner el grito en el cielo para echarle basura a Gallardón aprovechando un posible cambio de estadio. Sinceramente, el Bernabéu me encanta: mi colegio estaba a cinco minutos andando de él, allí ví al Castilla de la Quinta con el Bilbao Athletic, allí entraba tres horas antes de los partidos para coger sitio de pie y allí tengo ahora mi abono en el primer anfiteatro del Fondo Sur. Pero considero que el debate sobre el cambio de recinto tiene que abrise cuanto antes: el Bernabéu será cinco estrellas, pero comparado con muchos campos europeos que conozco (Amsterdam ArenA, Stade France, Novo Da Luz y tantos y tantos que se han construído en los últimos años) es una birria. Un estadio precioso por dentro y normalito por fuera, pero cuyas arterias interiores y servicios son indignos de un grande.

A mí cambiar el Bernabéu de ubicación no me parece mal: antes o después tendrá que pasar, es ley de vida, el Madrid no va a jugar ahí en el año 2030 nos pongamos como nos pongamos. Pero sí exijo, como socio, que el nuevo recinto se siga llamando igual que ahora y, sobre todo, que la estructura del estadio, la gran seña de identidad del Bernabéu, sea similar en el nuevo proyecto. La sonoridad del campo blanco es única, igual que sus gradas sobreelevadas casi en vertical sobre el campo. Con eso, y siempre y cuando no le pongan un campo de atletismo y chorradas similares, me daría por satisfecho.

Sobre el lugar, por supuesto nada mejor que Valdebebas, aunque no estaría de más apretar a las adminitraciones para que nos subvencionen nuevos terrenos por la misma zona. Bien comunicado, lo que más me sorprende de la nueva Ciudad Deportiva es que hace cinco años estaba donde el viento da la vuelta y ahora casi todos acabamos pasando por ahí un par de veces al mes, la zona se ha desarrollado de una forma bestial.

Lo de Marca me sirve de percha para encender la mecha. ¿Cambiamos o no? Os escucho.

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