miércoles, 11 de febrero de 2009

Raúl y la Selección


Lo dije hace un par de días, así que allá voy con el tema: por qué Raúl no va, ni irá, con la Selección. Ha habido cientos de especulaciones, peleas, riñas, carácter agrio y demás. Partiendo de la base de que por estado de forma Raúl tal vez sí mereció estar en la Eurocopa y de que tanto justo antes como ahora hay delanteros que le han relegado a un segundo plan, vayamos por partes.

Hasta el Mundial 2006, el núcleo duro de la Selección estaba conformado, además de por el Siete, por Cañizares y Salgado, todos del mismo representate, el de siempre. Porque el tiempo pasa para todos, los dos últimos se fueron quedando sin sitio en La Roja y fueron comparsas en Alemania, pero ayudados por Raúl mantenían una disciplina espartana en el equipo. Prácticamente todas las decisiones (no las tácticas ni las alineaciones) pasaban por este sanedrín.

El cambio generacional comenzaba a ser, además, evidente en el equipo de Luis y hubo un puñado de jugadores con un peso específico enorme que se rebelaron contra las vacas sagradas, lo que provocó unos malos rollos entre ellos espectaculares, de ni dirigirse la palabra. Y Raúl y su grupo quedó completamente aislado del resto: sin relación.

El grupito imponía una disciplina espartana dentro del régimen de concentraciones de la Selección: madrugones, horas de las comidas, horas de las sesiones, los días libres no permitían ninguna noche de esas de dormir fuera del hotel... Y los chicos jóvenes andaban con un mosqueo de tres pares de narices.

Los tres dejaron de ir a la Selección tras el Mundial, antes Cañete y Salgado por su mal estado de forma y luego Raúl, tras el batacazo en Belfast, exclusivamente porque se había quedado como un islote al que no aguantaba nadie y al que nadie hacía caso. Así que Luis, que no es tonto y veía cómo iba a tener que convocar a un foco de mal rollo para que fuera suplente, se lo cargó definitivamente.

Como muestra, un botón: muchos jugadores estaban literalmente haciéndose caquita ante la buena temporada que hizo Raúl en la 2007-2008. La campaña orquestada para que el Siete regresara tenía al núcleo de la Selección pendiente de si al final Luis se vería obligado a convocarle para la Euro. Cuando el Zapatones iba a dar la lista definitiva para el campeonato, había varios jugadores en una jornada de convivencia en el Hotel Barajas: cuando Luis anunció a la Prensa la relación definitiva de convocados y en ella no estaba Raúl, se montó una fiesta por todo lo alto. Sí, sí, fueron los jugadores los que lo celebraron como si hubieran ganado un Mundial. Por algo será.

El pecado de Raúl fue precisamente ése. Para mí, Raúl ha sido, es y será un agonías. Conoce perfectamente sus limitaciones y sus escasas virtudes, pero la mayor que tiene es su capacidad de trabajo y su tesón, con independencia de que a la gente le caiga peor o mejor. A sudar y a currar no le va a ganar nadie, aunque no le salga ni una y lleve tiempo sin salirle. Pero esa máxima le costó enemistarse con todos los demás internacionales españoles, que querían una convivencia con la Roja más relajada. "Con Raúl parece que vamos a la mili en vez de a la Selección", me dijo en cierta ocasión un (actual) internacional español.

Hablar de que cabrea a algunos porque juega por decreto, de que quería enchufar a sus amigos y todas esas tonterías que se cuentan es ridículo. Cabreó a todo el mundo porque la disciplina espartana, en un grupo tan joven como el que fue a la Euro, no casa ni con cola. Creo recordar, y hablo a bote pronto, que hubo durante ese torneo hasta tres noches libres, en las que alguno (y me consta) llegó muy cargado para no dar dos viajes, que diría Chiquito. Con Raúl eso hubiera sido imposible, porque no se permitía la fiesta. Ahí es donde se provocaba el mal rollo.

www.soymadridista.com