Abro un paréntesis para hablar del nuevo entrenador blanco, Juande al fin. Un manchego al frente del Real Madrid. Me congratula el saber que no soy tan mal periodista como desearían algunos bloggeros y que de alguna cosilla que otra, qué le vamos a hacer, me entero antes que los demás. El pasado 13 de noviembre, ya publiqué que Juande era el elegido. Recuérdenlo, porque seguro que en los periódicos de mañana alguno se apunta el tanto.
Viendo cómo han sucedido las cosas, me doy cuenta que poner el dedo en la llaga ese día provocó que algunos eslabones de la cadena de información madridista trataran de desviar la atención tras haberse filtrado la verdad: ni Mancini, ni Portugal, ni Míchel, ni gaitas en vinagre. Al día siguiente de publicar esta información en DC, ya recibí bastantes llamadas que aseguraban que Juande no se iba a hacer por unas presuntas presiones del Tottenham. Un par de días después, me aseguraban que el manchego ya había cerrado el finiquito con los Spurs y que eso le impedía firmar por cualquier otro equipo hasta el 30 de junio. ¿Cortinas de humo? Ahora ya sé que efectivamente eso era así.
Los ojos se volvieron a abrir durante la Asamblea, por ahí hay un post que lo asegura. El finiquito con Schuster estaba cerrado y liquidado desde hace varios días (por eso hoy todo se ha cerrado en veinte minutos) y sólo faltaba saber el nombre del técnico que le iba a sustituír. El Madrid llegó a pensar en un entrenador extranjero que no era holandés ni mucho menos y que sé quién es. Como tiene equipo y no está libre (ahí me tangaron, lo reconozco, pero este mundo es así: entre verdades cuelan trolas y hay que tamizar, no es fácil), respetaré la confidencialidad, pero ese técnico tiene una cláusula liberatoria para irse al fútbol español en cualquier momento, no sólo en los meses de verano.
Ése entrenador, de gran prestigio, no aceptó el mismo lunes la oferta blanca: hubiera supuesto un terremoto en el fútbol mundial y las cosas le van razonablemente bien, aunque no tanto como él desearía. Así que esta pasada madrugada (sí, de madrugada), hubo reuniones en el Bernabéu, se contactó con Ginés para cerrar lo de Juande y sólo faltaba el sí del entrenador, que se produjo durante el desayuno. Liquidar a Schuster nunca pudo ser tan sencillo, sobre todo por la predisposición del alemán.
Tiempo habrá de hablar de Juande, aunque para empezar lo que no me gusta de él es que sea tan introvertido, lo que provoca que a veces pueda parecer desagradable. Futbolísticamente no me disgusta. Veremos, pero que empiece en el Camp Nou con los retales no es demasiado halagüeño.
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