lunes, 8 de diciembre de 2008

La Asamblea de la caspa, capítulo 2


Nos habíamos quedado en la decisión calderoniana de que pasaran los socios no compromisarios. En cuanto el presidente dio la orden, comenzaron a entrar en el recinto varios cientos de aficionados: primero, y en la zona que quedaba a la izquierda del lugar designado para la Prensa, unos 200 chavales con pinta de malotes, que a mí, que tengo el culo pelao de ir al Bernabéu, me parecieron de todo menos Ultras Sur. Más tarde, una tropilla (unos 200 más) de hombres y mujeres con sus críos, los de los autobuses de los pueblos, que se colocaron rellenando la parte donde estaban los presuntos ultras y también comenzaron a llenar la de la derecha. No sé si pasaron socios de a pie o no (sí sé de muchos que se quedaron en las puertas sin poder pasar pese a que había sitio para ubicarles), pero me juego los bigotes a que no más de 150 de esas 400 personas eran socias de verdad.

La Asamblea comenzó con tranquilidad, tras el lío de los socios: habló Calderón durante casi 45 minutos para darse gloria, con un vídeo muy bonito que reflejaba los valores del Madrid: compromiso, humildad, etcétera, etcétera. Más tarde, salió a dar una arenga Ignacio Rivero, el vicepresidente económico, cin el que aluciné: si su alocución era pegando gritos y gesticulando como un loco y eso que hablaba de economía, no quiero ni imaginármelo disertando sobre el Barça, este señor palma por un infarto seguro.

Mientras hablaba, pasó algo curioso: en uno de los planos televisivos que reflejaban al público presente en el gallinero apareció... ¡Ochaíta! Ya no había duda, lo de arriba eran los ultras. En ese momento decidí escabullirme de la zona de Prensa con el pretexto de slir a tomarme un café y pude pasar por la zona de público: había dos 'regidores' dirigiendo los aplausos y los pitos de ese público asistente; y atrás, de pie tras la última fila, sonriendo como un loco, estaba... Nanín. En ese momento me cisqué por tener un Iphone, para sacarle una foto se la tendría que haber hecho a un metro de su cara.

Nanín no se parece en nada al de la foto que todos, incluido yo, hemos publicado. No busquéis a un apijado de pañuelo en la garganta con el pelo largo en plan ideal de la muet-te. No. Lleva el pelo más o menos corto, tiene pinta de cazurrete, la cara medio picada por el acné y el hombre me llevaba unos zapatos tipo Frankestein que reflejaban bien a las claras que la única clase que conoce fue la de párvulos, hace ya unos años. Un BMW y un sueldo de 5.000 pavos al mes ayudan a disimular, pero hay cosas que el dinero y los enchufes no dan.

Entonces comenzó en sí la Asamblea. Pero eso formará parte del tercer capítulo de este serial.

(CONTINUARÁ)

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