lunes, 15 de diciembre de 2008

La Asamblea de la caspa, Capítulo Final (con perdón)


Al final, como sucede casi siempre, la actualidad acaba devorando lo que uno tiene en mente, es la ley de vida del periodista. Así que como ya no viene a cuento, es algo pasado de moda y que a pocos interesará, pido disculpas por esta entrada, pero no puedo dejar la información de la Asamblea incompleta. Una semana después, lo siento.

Nos habíamos quedado en el comienzo del punto 2 del orden del día, el que importaba de verdad, el de las cuentas. Los 17 primeros socios (o eso tengo apuntado) que intervinieron en el turno de interpelaciones a la exposición de Ignacio Rivero fueron de lo más nauseabundo que he visto en mi vida, todos a favor de un Calderón al que querían hacer ver como el Premio Nobel de la economía futbolera y de la transparencia. Muchos contrarios a la gestión calderoniana se quejaron de que cuando fueron a apuntarse a la lista para intervenir esos 17 ya estaban apuntados, desde antes de abrir las puertas. Tufillo, tufillo...

El primer crítico en salir al estrado, entre abucheos de la muchachada que se hacían pasar por Ultras Sur, comandados por Ochaíta e invitados a comer tras la Asamblea a De María, fue Alberto Villaverde, un crítico villar-mirista (o como se diga) que provocó la entrada en escena del rapero José Manuel Serrano Alberca, secretario de la Junta directiva, encargado de megafonía y que en 1994 ya estaba siendo estrechamente vigilado por la Justicia...

Serrano demostró su talante, primero con Villaverde, cortándole el micrófono cuando le parecía oportuno y poniendo de moda una frase indignante: "Aténgase a hablar de las cuentas o le tendré que quitar la palabra". Luego se haría notar cortando cualquier posibilidad de libertad de expresión de los compromisarios blancos pero dejando que los procalderonianos, habilmente distribuidos, pudieran hablar de lo que les diera la gana. Un escándalo en toda regla.

El único que soportó si ningún abucheo su alocución fue Eugenio Martínez Bravo, el presidente de Plataforma Blanca, que debió salir en el puesto 25 más o menos. Contundente, directo y al grano, se fue entre aplausos. Sin pitos. Sin bronca. Elegante siempre pero contundente en el fondo de su mensaje. El tío se está posicionando poco a poco, sin tener ningún padrino detrás, y tiene espíritu de lucha. Y eso a la gente le llega, más que un socio, relativamente joven, economista y que le dio un repasito a las cuentas de agárrate y no te menées. Él fue el que soltó lo de "mariachis" a los presuntos Ultras y lo que provocó que estos casi incideran en un suicidio colectivo: no aguantan palabras inteligentes, los hijos de la LOGSE de 16 años es lo que tienen.

Tras las hordas de anticalderonianos, sazonados de cuando en cuando por un calderonista que enervava los ánimos de la hinchada, el final fue esperpéntico, otra tropilla de unos diez calderonianos defendiendo las cuentas, la labor presidencial y todos, absolutamente todos, deslizando que habría que tirar de las orejas a Mijatovic. Algunos de esos intervinientes, curiosamente, fueron elegidos después como miembros de la Junta Electoral o de las Comisiones de no-sé-qué. Así que apunten quién será el próximo en saltar del club si no se endereza el rumbo: las instrucciones desde la directiva quedaron claras en esa Asamblea.

Y llegaron las votaciones, chapuceras, antiestéticas, vomitivas. A mano alzada, pese a que muchos reclamaron que la votación fuera en urna (y por eso había cuatro allí, yo mismo ví cómo las sacaron cuando el esperpento acabó). Las papeletas las contaban unas azafatas del club (¡toma castaña!), sin validación notarial (con lo cual impugnar los resultados es lo más fácil del mundo) y, por supuesto, dando la impresión de barres descaradamente del lado presidencial. La primera votación, la cual sinceramente desde mi posición ví muy pero que muy ajustada, quedó
así: 603 votos a favor, 442 en contra y 52 abstenciones. En total, 1.097 votos. Las cuentas del pasado ejercicio quedaban aprobadas porque a las minifalderas contadoras les pareció bien. La segunda votación, el presupuesto 2008-2009, quedó así: 564 votos a favor, 517 en contra y 32 abstenciones. 1.113 votos, ¡16 más que en la votación anterior, sin que nadie pudiera entrar ni salir del salón por orden expresa del secretario!

En resumen, que 1.113 tíos se tragan una Asamblea infumable de casi siete horas (yo salí de allí a las 16:40, según se clausuró) y, cuando llevan cinco, dieciséis de ellos deciden que para qué van a votar, que lo mejor es hacerse el lonchas. Ni se abstienen, directamente no votan. No se lo cree ni el sum sum korda. Los gritos de tongo y manipulación estaban perfectamente justificados.

Para acabar, un tirón de orejas bien gordo. En cuanto se aprobaron las cuentas, no quedaron más de 100 socios dentro de la sala para el resto de puntos del orden del día. ¿Para eso se hacen compromisarios, para pirarse en mitad de las votaciones? Con lo cual, queda clarísimo que esa Asamblea es un asco manipulado, que no sirve para nada y que lo que tiene que hacer el madridismo, si tuviera vergüenza, es una recogida de firmas para anularla. Mientras siga vigente, así nos lucirá el pelo. Hasta con Lorenzo Sanz era más transparente.

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