sábado, 17 de enero de 2009

La entrada para Rafa

Hoy toca la entrada que le prometí a Rafa, aquella sobre el runrún que viene circulando desde que Calderón llegara a la presidencia. Por algunas vivencias personales siempre me ha cuadrado, así que puede que sea verdad, algo que ratifican algunas palabras soltadas por el ya ex presidente en esta última semana.

Todo se remonta a las últimas elecciones. Por aquel entonces yo estaba coordinando la precandidatura de alguien que quería postularse como candidato a las elecciones, un empresario desconocido que llevaba tras de sí un apoyo económico impresionante. En aquellas estábamos cuando forcé un par de conversaciones con Calderón a fin de que ambas precandidaturas (no habían sido aún hechas oficiales ante la Junta Electoral) se fusionaran: mi 'jefe' necesitaba gente con cierto renombre para completar la directiva y Calderón necesitaba, aparte de unos cuantos directivos, dinero para satisfacer el aval porque no tenía la cantidad por entonces solicitada (creo que era de 40,2 millones de euros). El acuerdo era pues óptimo para las dos partes.

Pero pocos días antes de formalizarse las candidaturas, Calderón decidió romper la cita para sellar el acuerdo. Entraron entonces en escena varias personas en su lista que aportaron, además, la totalidad del aval. Mi precandidato, ante la premura de tiempo, se bajó del caballo y de él nunca más se supo. Su respaldo financiero, además, ya tiene su propio club de fútbol, comprado a golpe de talonario. Y no en España, precisamente.

En el grupo repentinamente surgido al lado de Calderón estaban Vicente Boluda, Melchor Miralles y Enrique Riquelme. Desde ese momento, comenzó a circular el rumor de que ellos habían aportado el aval al completo imponiendo una condición a Calderón: si lograba ser presidente no podría presentarse a la reelección y Boluda sería quien encabezaría la siguiente lista electoral. Hasta aquí, el runrún.

La teoría se ve, además, refrendada por algunos hechos. Cuando Calderón, hace muy pocos meses, comenzó a pelearse desaforadamente con Marca y con Pedro J. por una guerra de derechos televisivos y comercialización de merchandising se filtró que iba a presentarse a la reelección. Incluso creo recordar que lo dijo en El Larguero con el comienzo de octubre.

Los cálculos de Unidad Editorial fueron muy medidos desde entonces. Primero, con la salida repentina de Melchor Miralles: cuanto más lejos menos le iba a salpicar el escándalo. Y haciendo el paripé además poniendo a caldo a Abellán, para que pareciera que estaba a favor de la Junta y que no se le vinculase con lo que iba a venir. Una vez que en la comida navideña del presidente con los medios el desencuentro con Pedro J. quedó claro, todo era cuestión de esperar.

Como ya dije, yo no creo en casualidades, y Marca ha destapado el escándalo justo la misma semana en la que Unidad Editorial estrena nuevo diseño de El Mundo y elmundo.es y en que cambia también marca.com, a la vez que la inversión publicitaria de estos dos medios se ha disparado, sólo hace falta poner la tele. Una buena operación de márketing.

Calderón, en un intento desesperado de parar el torbellino, se retractó de su deseo de presentarse a la reelección en los micrófonos de De la Morena, pero ya era tarde. Desde los medios de Unidad Editorial ya se habían encargado de filtrar, desde el martes que saltó el escándalo, que el que más papeletas tenía para ocupar su puesto era... Vicente Boluda, el que llegó junto a Miralles. Un Miralles, además, que repentinamente aparece en escena el día en que Calderón decide dimitir y ata su sucesión... en Boluda, claro.

Ahora, con todo acabado, todos vuelven a sus trincheras: PRISA ya está movilizando a las masas para evitar que Boluda vuelva a presentarse; los que no son de los dos grandes núcleos informativos ya han comenzado a atizarle a Boluda y a Pedro J., algunos filtran enredos de esta trama que llevo describiendo con mayor o peor fortuna toda la semana...

La vida sigue igual, con el Madrid siendo objeto de deseo de muchos y pisoteado por todos... O casi.

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Por cierto, hay mucha gente que está que trina por el hecho de que muchos compromisarios no acudan a las Asambleas y, por tanto, no voten. Los Estatutos recogen la obligación de los compromisarios a acudir a ellas y detallan que los que no lo hagan serán relevados de sus cargos. Mucho despotricar pero eso ya está legislado, con lo cual se retratan ante su desconocimiento de los cumplimientos obligados de esos socios. Además, a compromisario se presenta (o te presenta) quien quiere, no es por sorteo.

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