lunes, 5 de enero de 2009

San Chuppén


Tres puntitos más, como al Valencia un 1-0, y terceros en Liga. El Villarreal no fue ni mucho menos tan fiero como lo querían pintar algunos y, excepto pinceladas de Pires, que él solo tiene más clase que media Liga española junta, tampoco dio de sí mucho más. Sí, tuvo alguna, vale, acepto pulpo, pero tampoco fue el acabóse.

Aunque el Madrid tampoco lo fue, no nos engañemos: al equipo de ayer le coge el Liverpool y le hace un traje. Cada balón cruzado al área, cada córner, cada falta lateral, es un parto sin epidural. Casillas parece que ha vuelto definitivamente, lo cual es una fenomenal noticia después de cuatro meses jugando sin portero; Pepe y Cannavaro son dos centrales sencillamente espectaculares, cada uno en lo suyo, uno por su superioridad saliendo al cruce y el otro por cómo organiza y cómo guarda las posiciones. Sigo sin entender cómo al italiano le pegan por todos lados, a mí me encanta.

Pero el hombre del partido fue Robben, o Chuppén, como prefieran. Al holandés le das el balón y no lo suelta hasta que lo pierde o le pega un zurriagazo que lo manda a Sebastopol. Ayer, uno de esos fue a la portería del Villarreal y Diego López (que se llevó una gran ovación al situarse en su portería del Fondo Sur) ni la olió.

Lo del holandés es de traca. Cuando corre, a mí me recuerda a Chiquito de la Calzada a cámara rápida, sus movimientos son los de cualquier zombie de una película de Clase B, pero el tío, cuando está como ahora, es una centella, además de cansino como él solo por pesao. La coge y encara, la coge y encara, la coge y encara... Y cuando la pierde, protesta, y protesta, y vuelve a protestar. Es como el día de la marmota, pero es el único que es capaz de hacer algo en este equipo si no está Higuaín.

Raúl, por cierto, no hizo nada. Bueno, si, estorbar, porque ayer le dio por tirar los desmarques hacia el balón. Un desastre. Tanto que Juande, que no es tonto, le retrasó de la posición de delantero centro puro en la que estaba jugando para ponerle de 10: fue Van der Vaart el que jugó desde entonces de nueve.

Debutaron Lass y Huntelaar y yo soy contrario a la opinión mayoritaria: el francés se hizo una barbaridad de kilómetros, no lo niego, pero su influencia en el juego ofensivo fue prácticamente nula. Sí, hizo un par de cambios de orientación que Mahamadou no haría ni en sus mejores sueños y sabe desplazar el balón, pero le conté tres pérdidas de balón que acabaron con sustos del Villarreal. Correcto a secas. Igual que Huntelaar, quien tuvo que buscarse la vida al lado del supercapitán de la muet-te. No estuvo mal: se fabricó una ocasión que desbarató Diego López al echársele encima (gran control con el pecho y buen remate) y fue un incordio ante un defensa que le pegó hasta en el cielo de la boca: estrenarse ante Gonzalo, uno de esos centrales que juegan con machete, no debe ser fácil, y más tras tres meses sin jugar.

Por cierto, el Roch no estuvo al lado de Calderetas en el palco, pero no por decisión presidencial: lo pidió él. Yo le hubiera mandado con los ultras a ver el partido. Y para acabar, me gustó la ovación que le dio el Bernabéu a Senna cuando salió del campo (la Euro no se olvida) y constato un dato: Drenthe y Rafaé no son bienvenidos ya en el equipo. El primero se llevó una pitada espectacular al saltar al campo y el segundo es ni chicha ni limoná y encima se ha ganado fama de vago entre los aficionados. Dos menos para la próxima temporada, seguro.

¡Ah! Y un último detalle: antes del partido estuve con Ribó, el presidente de una de las dos Federaciones de Peñas madridistas en Cataluña. Chapó para él y para los suyos: no es sólo que tengan los arrestos de sobrevivir en el manicomio, es que no fallan nunca cuando tienen que estar.

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