Aún hay esperanza. La Asamblea de hoy ha sido fundamental para el futuro de este club y yo me congratulo de lo que allí ha sucedido. Adiós al mangoneo del voto recaudado y a las fiestuquis en el Parque de Atracciones para falsear la decisión real de los socios. A partir de ahora, por Correos y como en las Generales. Y cambio de Estatutos, que es lo más importante. Se acabó el robo para desesperación de muchos.
El día, eso sí, ha sido mucho más intenso de lo que se pudo ver. Durante la madrugada, Boluda y sus dos directivos de cabecera lograron convencer a los ocho díscolos de que siguieran a su lado y de que ratificaran al valenciano aparcando sus pensamientos de dimitir. Poco más tarde, sobre las 06:30 de la madrugada, ya había corrillos en el Pabellón 10 de IFEMA. Boluda se reunió personalmente con los presidentes de algunas peñas que habían declarado públicamente que no le iban a apoyar y, ¡oh, sorpresa!, acabaron votando a favor de oficializar al presidente. ¿A cambio de qué? Lo desconozco. Pero la sorpresa de ver al ya presidente departiendo con ellos en el mismo escenario donde poco después iba a celebrarse la Asamblea causó un shock a más de uno. No iba a haber nada que rascar en el punto uno del orden del día y así fue: sólo 248 votos en contra sobre 1.200 asistentes. Es decir, Plataforma Blanca, los chicos de Moisés Israel y algún despistado más.
No voy a comentar nada de las intervenciones porque he contado más de 40 y, sinceramente, las diez primeras se aguantan, pero el resto se convierte en una sucesión de repeticiones aderezadas con toques frikis que desquician a cualquiera. Cada cual expuso lo que le pareció oportuno y punto, aunque salir por salir y a prolongar la Asamblea innecesariamente hasta alcanzar las siete horas es inhumano.
A la salida, donde tuve la oportunidad de departir con calderonianos, boludistas, plataformeros y florentinistas, tan contentos. Todos consideraban que habían ganado en lo importante y perdido en cosas secundarias, así que se fueron tan felices. Como unas elecciones generales, vaya. Exactamente igual que, por fin, serán las nuestras. ¡Enhorabuena!
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